martes, 19 de julio de 2011

"Tienes cara de santa pero ¡has de llevar el diablo por dentro!"


Como parte de mi renovado interés en el anime, he notado que en muchas de las series - de las que me gustan aclaro - los protagonistas suelen ser caballeros con ideas claras y tratan de guiar a las "ingenuas" estelares por la senda del amor, ya que es muy posible se dieran cuenta de sus sentimientos antes que ellas mismas. En este tipo de historias además, ellas suelen vestir de uniforme sexy o disfraces interesantes para el género masculino, o al menos así lo hacen parecer.


Hay otras historias, menos rosas, donde las relaciones de pareja se complican y están aderezadas con un poco de sexo. Así pues, hay personajes con cara de inocentes pero que resultan ser un deleite para su pareja, al grado de no poderlas soltar en todos los episodios. Aún así, el común denominador es que los personajes populares suelen ser mujeres con aire de ingenuas, aunque puedan ser fuertes de carácter.

Pues bien, pensando en eso, recuerdo un poco la fantasía que algunos hombres me han compartido donde ellos les quitan la inocencia a una mujer virgen, ingenua y sin experiencia. Hace tiempo, pensaba, lo hacían para "moldearlas" a su gusto, sin competencia alguna o punto de comparación. Ahora simplemente creo que es una de esas perversiones que todo ser humano puede experimentar de diversas maneras en su vida. 

¿A qué viene mi reflexión?, pues bien, hace poco a una amiga mía a quien llamaré S le hicieron una especie de propuesta indecorosa. Durante un viaje soñado fuera del país conoció a un muchacho. Como buen extranjero, el joven era alto – no demasiado –, moreno, de cuerpo atlético y plática interesante. Se conocieron en una tertulia, y él la observó durante un tiempo. Después de un par de días de que ella disfrutó de tan encantador chico y él de quitarle la ropa a ella sin quitársela en realidad, armándose de valor, le pidió que hablaran. A solas le dijo que quería tener sexo con ella, cosa de una vez. La tomó por sorpresa ya que fue directo al grano. Él le prometió que no se iba a arrepentir, que si se exploraban juntos, él la llevaría al paraíso de lo bien que lo iban a pasar. Pues bien, S no aceptó su propuesta y se sintió un tanto acosada ante la insistencia del extranjero con cuerpo atlético, aunque eso también despertó su curiosidad. S decidió preguntarle directo ¿por qué era tanta su insistencia en poseerla?, él contesto "porque tienes cara de santa pero ¡has de llevar el diablo por dentro!". Cuando ella me lo platicó, las dos nos doblamos de risa, honestamente, aunque una parte nuestra también nos hizo pensar "¡Qué buen discurso de ventas!".

Encontrar a un hombre que permita a una mujer explotar de diversas maneras es complicado, muchas veces ellos tienen ideas preconcebidas de cómo debe comportarse una mujer hasta en esos menesteres. Si encuentran alguna atrevida que sobrepasa sus expectativas pueden suceder dos cosas: Queda encantado y la deja ser libre para experimentar todo lo que quiera en él como su objeto de estudio; o bien, se espantan para salir huyendo y encontrar a una fémina menos mortal.

La cuestión es entonces, ¿en dónde radica ese gusto por pervertir a mujeres inocentes?, ¿será acaso que les gusta sentirse poderosos para después ser gratamente sorprendidos?

Ahora bien, ¿qué sucede en nuestra mente de mujer?, muchas integrantes del género femenino sueñan con el hombre caballeroso, bueno, guapo, inteligente y que además las tenga en un pedestal. Aun así, lo cierto es que en el fondo de su corazón - o mejor dicho de algunas partes que sienten cosquillitas - les gustan hombres decididos, hombres con la capacidad de dominarlas - nunca hacerles daño - hasta cierto punto. Les encanta la imagen del príncipe decidido, del guía, y les encanta más cuando tienen ese lado obscuro atractivo por ser lo opuesto a lo inculcado.

Al final, creo que por eso muchas mujeres andan con los denominados patanes, porque ellos saben bien cómo divertirse y cómo llevarlas a sacar el diablo que llevan dentro, con un acompañamiento musical orquestado por algunos grititos.

miércoles, 13 de julio de 2011

Manga

En mi renovada afición al  anime, me ha dado curiosidad conocer el origen de las historias que han logrado mi obsesión, al grado de no dormir hasta no terminar de ver la serie. Ese origen se encuentra en los famosos manga, los cuales se pueden comparar con los cómics o las historietas. 

Podría parecer que al ser un código estático, sería poco entretenido leerlos y volvería fácilmente a las historias animadas, sin embargo, para mi sorpresa me han resultado interesante. Además de que la acción me la puedo imaginar con las descripciones que hacen, explora de manera más profunda a los personajes y les permite  ahondar en las historias. En verdad, puedo comprender mejor por qué reaccionan de cierta forma, en dónde surge la atracción de los personajes, cuál es su obscuro pasado y por qué en un momento dado son tan simpáticos.

Lo más interesante ha sido acostumbrarme a la forma de leerlos. Recuerdo la primera vez que vi un anime subtitulado. Fue una experiencia un tanto curiosa ya que no estaba acostumbrada a la musicalidad del japonés, la cual debía empatar con los letreritos en inglés. Debo aceptar que el hecho de querer entender las historias, un tanto complicadas a veces, me hizo mejorar mi habilidad en ese idioma. Así pues, cuando leí un manga por primera vez, si he de ser honesta me revolvía bastante. Resulta ser que se debe leer de arriba a abajo - hasta ahí todo va bien - pero de derecha a izquierda. Como quien dice, comienzas leyendo el final y te vas hacia el principio literalmente. Es una forma un tanto graciosa de hacerlo, difícil al principio, pero una vez acostumbrada pude relajarme y disfrutar las historia.

En lo personal, a pesar de mi amor por el humor negro y el melodrama, la verdad soy una romántica empedernida. Ahora voy con mi segunda historia de amor, en donde los protagonistas pelean para estar juntos. Lo más divertido ha sido que las estelares no dan una, en verdad necesitan ser protegidas por los estelares y ellos siempre las cuidan. Esos japoneses han logrado entrar en el mundo de las historias interesantes y variadas. Yo seguiré buscando mis historias cursis, para entender todo lo que han hecho. A partir de ahora, de ser posible, leeré el manga, veré el anime y como cereza en el pastel, veré también el dorama. Como dijera Madre Teresa de Calcuta, no se debe vivir de fotos amarillas y si es algo que te gustaba hacer vuelve a hacerlo.

¡En verdad agradezco volverme a emocionar cual enana!

martes, 5 de julio de 2011

De etapa en etapa

Una de mis alumnas de preparatoria me comentaba que quería seguir siendo adolescente, a pesar de sus veinte años porque adora esa etapa de su vida. Yo me puse a pensar entonces en cuál fue la edad que más disfruté. Y honestamente, la pubertad es una etapa que amo haber dejado atrás.

En la actualidad, a pesar de mis puestos, de ser una maestra honorable y una autoridad preocupada por cuidar su reputación en la escuela - porque fuera de ella no me puedo hacer responsable - sigo siendo un tanto infantil. No me gusta perder en los juegos, soy muy intensa en mis reacciones y, en especial cuando peleo con mi hermano, me cuesta trabajo controlarlas. Puedo disfrutar comerme un helado de chocolate o una nieve de limón y muchas veces siento que el mundo no me entiende. Así que en ciertos aspectos, sigo siendo una adolescente. Aun así no extraño esa parte de la etapa en donde no entendía los cambios que estaba experimentando en mi cuerpo y en mi mente. No me gusta el hecho de pelear con mis padres hasta por decir hola, tampoco quisiera regresar a esa época donde mis ingresos dependían de las labores cumplidas en casa y mucho menos extraño pedir permiso para todo.

Honestamente, la edad que si extraño es la etapa entre los veinticinco y veintinueve años. En esa época pude viajar al extranjero, después regresé y obtuve un trabajo formal con un buen sueldo. Viajaba mucho, veía  a mis amigos en reuniones karaoke de menos una vez por mes. Salíamos a comer, al cine, nos veíamos por el simple placer de hacerlo. Todos estábamos solteros y la vida era una aventura. Extraño mi independencia, manejar mi carro - bueno, era de mis padres pero yo lo traía para todos lados -, no tener deudas y el tiempo suficiente para mi yoga, leer un libro al mes, mis conciertos, el ballet, el cine, la clase de creación literaria, las lecturas dramatizadas, las salidas al teatro, entre otras muchas cosas.

Desde hace un par de años, las cosas han cambiado, la mayoría de mis amigos ya se casaron o se han convertido en padres de familia. El relajo es diferente, las prioridades también. Mi actual trabajo consume mucho mi tiempo y energía, ya no tengo chance de ir a clases en la tarde porque me llevo trabajo a casa. Y lo más curioso del asunto es que no tengo un puesto de alto mando. Ahí siquiera justificaría mi falta de vida. Es por eso que la verdad agradezco y aprecio el hecho de tener buenos amigos que a pesar de los cambios siempre están ahí.

Por eso, mi propósito de año nuevo será retomar todas las actividades que me gustan, aprender y quitarme lo aburrido de la rutina diaria. 

lunes, 4 de julio de 2011

Transporte público

El transporte público, por lo menos para mí, es sinónimo de pesadilla. Cuando apenas lo comenzaba a utilizar, en mis años mozos, era una novedad pues mi madre, como una buena mujer sobreprotectora con sus hijos, no nos dejaba utilizar los camiones para que no padeciéramos lo que ella cuando joven.

Pues bien, al principio me divertía observando la clase de gente que los toma, escenas de las mamás cargando el mandado con sus tres hijos por detrás, como la canción de "La Patita" de Cri-cri. También estaban los profesionistas muy encopetado y presumidos, que en sus puestos miran por debajo del hombro a todos, pero al fin de al cabo utilizando el camión. Me impactaban las mujeres que subían con tacones de diez o doce centímetros y andaban como con zapato de piso. Para mí, al principio era un universo de historias paralelas esperando a ser escuchadas por un ente extraño a ese medio.

En cambio ahora, después de casi un año de tomarlo diariamente a fuerza no puedo decir lo mismo. Me fastidia que los camioneros olviden a todos los pasajeros que tenemos la necesidad de utilizar sus unidades. Recuerdo el otro día, en que me senté hasta atrás porque iba sola y de repente pasamos un tope, la verdad no sé cuántos centímetros subí, pero fueron los suficientes para recordarle su madre, su abuela y su bisabuela al amable chofer. Otro día, iba con el radio a todo volumen así que no extrañé ir al antro porque ahí podía pararme a bailar al ritmo de la Sonora Santanera y los Tucanes de Tijuana, la verdad ni siquiera podía escuchar a mi compañera de viaje.

Una de mis peores experiencias en los camiones fue un vez que escuché un grito ahogado en la parte de atrás. Honestamente no volteé, simplemente no hice caso hasta que otro pasajero salió corriendo pidiendo ayuda. Al parecer el señor tuvo un ataque y se convulsionó para después desmayarse. Nos estacionamos justo en frente de un hospital y el chofer llamó a una ambulancia desde su celular. Me quedó un cargo de conciencia porque no reaccioné rápido y fui a llamar a alguien en esa clínica. Tuvimos que irnos y espero lo hayan podido ayudar. La verdad, ese día me llevé un buen susto.

Aun así,  para ser justos, a todos esos malos momentos, existe el equilibrio. Yo estudié en una de las escuelas más caras de mi ciudad, y para muchos de esos choferes es señal de tener dinero, sin tomar en cuenta la posibilidad de que haya becados ahí o hijos de padres sacrificados, la cuestión es que en ese tiempo era su obligación hacer un descuento a los alumnos y ellos solían no hacerlo porque éramos "ricos", razón por la cual yo ni siquiera me tomaba la molestia de mostrar mi credencial de estudiante. Una vez, saliendo de la escuela le hice la parada a un camión, cuando me subí el señor me devolvió cambio y le dije me estaba cobrando menos, a lo cual respondió, eres estudiante, le dije ¿no importa que sea del Tec?, eres estudiante ¿no?

Ese hombre me dio muestras de espíritu de servicio y de humildad. Entiendo que tengan sus problemas, pero en serio, deberían volver a ser usuarios de sus propias unidades para recordar lo que se siente ser un pasajero y tener que aguantar todo lo que ellos hacen.