jueves, 15 de marzo de 2012

David a veces también busca pelea...

Aunque en últimas fechas me he declarado fan de las películas de acción excesiva, absurda y sin sentido, lo cierto es que prefiero aquellas en donde no hay sangre, así tengo la seguridad de encontrarme ante una historia ficticia. También me gusta cuando no dicen groserías o no se la pasan gritando como desquiciados, por eso me hice fan de Bourne, el transportador, Sucker Punch, entre otras. 

La cuestión es que me gustan los ambientes tranquilos, llenos de serenidad, con música relajante de fondo si es posible. Razón por la cual adoro las bibliotecas o las iglesias. Ahí puedo escuchar mis pensamientos y concentrarme en lo verdaderamente importante. No me gusta ver pelear a la gente, detesto que sean ofensivos y más cuando lo aderezan con un par de humillaciones. Me pone de muy mal humor eso.

Hace unos días estaba pensando en la inmortalidad del cangrejo y por qué la mosca vuela cuando me di cuenta de que se me había pasado la parada. Quedé un poco muy lejos de la entrada a mi casa, por la hora decidí hablarle a mi hermana, como papá la iba a recoger al trabajo y les quedaba de paso, le pedí que pasaran por mí, quedamos de vernos en una plaza cerca de la colonia. La plaza es curiosa porque tiene un antro, pollos rostizados, una panadería, una cafetería, una óptica y un banco. 

Estaba yo muy sentadita en una jardinera esperando a mi aventón cuando una señora dejó libre un cajón de estacionamiento. Después un joven, al cual decidí llamar David por su estatura, colocó unos conos para cubrir el lugar en las esquinas del cajón, en vez de dejarlos en medio para que indicaran que no estaba libre. En eso llegó Goliat, también bautizado así por su estatura, con ropa de vestir en una motocicleta interesante. Al ver los conos en las esquinas, decidió ocupar el cajón. 

El joven David llegó con el pecho inflado a decirle que no podía ocupar el estacionamiento porque pertenecía al antro en cuestión. La verdad no escuché bien qué dijeron, sin embargo, se notó cuando subió el tono de la discusión por la expresión del gran Goliat (quien por cierto usaba lentes). De mala gana, comenzó a irse de reversa para ocupar otro espacio cuando David, envalentonado decidió aventarle un golpe por la espalda. En ese momento, Goliat decidió bajar de su motocicleta para confrontar al joven David, quien no se detuvo ante la altura del motociclista con ropa formal y lentes. 

Yo decidí moverme de lugar cuando comenzaron los empujones, en especial porque Goliat soltó un golpe en donde los hombres se sienten hombres, para después empujarlo. David se cayó al suelo y su cabeza rebotó como balón. No sé qué pasó después porque yo estaba buscando un agujero en el cual esconderme. Ya después, volteé y había un Pepe Grillo como de 17 años calmando los ánimos. 

Goliat dejó su motocicleta en el cajón, tardando sólo cinco minutos en el banco. David se fue a sentar en un rincón, supongo que después de que se bajara su inyección de adrenalina, sentiría los golpes propiciados por Goliat. Al cabo de un rato, otra señora llegó y ocupó el mismo cajón sin que David le dijera nada. 

La verdad me pregunto si valió la pena el golpe y el susto que me dieron. David se quedó escondido en un rincón, después de un pleito por un cajón ocupado no más de cinco minutos. Goliat se fue enojado y sin ningún rasguño, me hizo pensar que los hombres con lentes no son necesariamente delicado.


Después de lo acontecido, reafirmo mi posición, prefiero ver la acción excesiva, absurda y sin sentido de las películas.