lunes, 16 de abril de 2012

Manejar un fancy car

Cuando manejaba un vocho negro perteneciente a la onda retro medio vintage, la verdad a veces me sentía como un artista. Era normal que al detenerme en un semáforo, la gente me gritara desde su carro cuánto costaba el coche para comprarlo. Incluso, para ese modelo, inflé un poco un precio hipotético que me dio mi papá y a la gente no le importaba pues decían que la onda retro medio vintage era lo suyo. 

Los vochos son carros nobles, aunque tienen un pequeño problema: El ruido y la dirección. Cuando aceleras un vocho, se escucha por toda la manzana, evitando la necesidad de utilizar un radar para localizarte. De igual forma, el dar una vuelta implica un esfuerzo extra, haciendo atractivo el deporte de levantamiento de pesas para ejercitar los brazos. La dirección es sumamente dura. 

El vocho es el sinónimo de un burrito de carga (por decirlo de una forma tierna), pues avanza y avanza y avanza, a pesar de cualquier cosa. Una vez me pasó que iba volada al trabajo, pues como siempre, calculé llegar en 15 minutos, faltando casi 10. La cuestión es que al alcanzar un poco más de 90 km/h, de repente el acelerador se hundió y yo en plena carretera. Tuve que irme a una salida lateral con puro vuelo. Ese día conocí el significado de chicote roto. Después de una regañiza de mi papá por haberme quedado dentro del carro, a riesgo de ser golpeada, él colocó un tubo grueso, logrando acelerar el carro sin el chicote. De esa forma pudo llegar al taller. En verdad, los vochos retros medio vintage son la neta del planeta.

Hace poco, tuve la oportunidad de comenzar a manejar un carro rojo no deportivo casi deportivo. En primer lugar, los pedales son suaves, no se necesita pisarlos a fondo para que funcionen. No hace nada de ruido el motor y el volante es suavecito al tacto, suavecito al movimiento. Entonces, venía yo saliendo de mi casa con el carro fancy prestado, cuando se me ocurrió ponerme en onda fresa. Saqué mis lentes obscuros, para después comenzar a escuchar el soundtrack de la serie Alias, el cual es un deleite de música electrónica e instrumental. 

Salí de mi colonia dispuesta a lucirme con mi forma de manejar la onda fancy. Fantaseaba un poco con ser un piloto tipo "El transportador", manejando un Audi a toda velocidad, sin importarme ir al frente o de reversa. Hacer un cambio de velocidades impecable, sin perder el ritmo del punchis punchis tipo Alias


Obviamente eso no fue posible. Una vez que pude salir de mi colonia, sorteando a la mujercita que entró en sentido contrario. Me encontré a otras dos mujeres que se transformaron en vivos ejemplos de la mala fama de las féminas al volante. Entre que no conocían los carriles,o bien, que al meterse a la velocidad tortuga uno les puede pegar, mi fantasía se desmoronó. En vez de manejar a 180, cual película de acción excesiva, absurda y sin sentido, tuve que conformarme con un 90 km/h, en gran medida por el tráfico. 


La verdad me gusta manejar como viejita, así que subir de 80 a 90 fue un gran logro para mí. Debo decir que ahora entiendo la sensación de manejar un carro que literalmente se desliza sobre la carretera. Alguna vez, antes de morir, he de poder manejar un automóvil deportivo, último modelo, más vanguardista que fancy