Retomando el tema del cuerpo
enfermo, me gustaría desarrollar una idea que dejé un poco al aire. Alguna vez
me comentaron en una clase que la medicina occidental se diferencia de la
oriental en el sentido de que la primera se enfoca a los síntomas de una enfermedad
para aliviarla, mientras la segunda entiende la enfermedad como un eje vertical
alma-mente-cuerpo. De esta forma, se enfoca en buscar las causas más allá de
los síntomas. También me dijeron en esta clase, que existe algo así como una
especialidad en occidente en donde la medicina se vuelve social, para estudiar el
entorno del paciente y ayudarlo a recuperarse mejor.
Después de recordar eso, me
puse a reflexionar acerca de mi propia salud. Recordé lo delicado de mis ojos
cuando se trata de desvelo o estrés. Hace años me detectaron astigmatismo con
una graduación pequeña. En general puedo ver bien, pero si leo una cantidad
considerable de material, entonces mi vista se cansa y me duele la cabeza. Un
día, unos lentes hermosos que tenía se me rompieron, dejé pasar el tiempo para
comprarme otros, años en realidad, y obviamente mi vista se vio afectada. La
cuestión es que a veces me decidía a ir a comprar otros, pero si estaba
desvelada o estresada, mi visión se nublaba, en verdad me costaba más trabajo
enfocar las letras o los objetos. Como esa situación se repitió varias veces,
pasaron años antes de estar en un “buen momento” para irme a hacer la prueba.
Otras veces, cuando me
encuentro en situaciones llenas de estrés, en donde no sólo me pongo de mal
humor, comienzo a enfermarme. Casi siempre mi cabeza es atacada primero, por lo
cual es normal tener mareos o migrañas. Cuando logro dejar pasar esa parte,
comienzo con la garganta o el estómago. Me da tos, me da gripa, o bien, me hago
acreedora a alguna infección estomacal. No quedo tirada en cama más de un par
de días, sin embargo, esas enfermedades son lo suficientemente molestas como
para no permitirme seguir con mi vida diaria.
Por lo anterior, supongo que
tal vez ese eje vertical no está tan alejado de la realidad. He conocido
personas que a cada rato van al hospital hasta por un moretón pequeño, y
platicando con ellas me he dado cuenta de que necesitan atención y cariño. Con
esto no quiero decir que todas las enfermedades son producto de la mente, nada
más alejado de la realidad, me refiero a que hay casos donde el cuerpo baja sus
defensas, en parte como resultado del estado de ánimo de la persona.
En este mundo, en esta
realidad, en donde se ha desarrollado una carrera loca por abarcar más en menor
tiempo, tal vez valga la pena detenerse un momento, reflexionar sobre lo único
que realmente nos pertenece, dar un respiro y cuidarnos. Estar enfermo no es
divertido, por qué no tratar de evitar caer en esa condición en la medida de lo
posible.