El día de hoy platicaba con
mis alumnos sobre las dificultades que puede representar escribir un guión,
aunque en realidad esas dificultades se presentan para escribir cualquier clase
de texto. En primer lugar, cada persona posee diferentes formas de expresarse,
en mi caso, la escritura es una especie de refugio. A través de las letras
puedo viajar, explorar el mundo, mi mundo, jugar con las realidades, crear
universos. Escribir para mí es parte de mi vida, razón por la cual cuando dejo
de hacerlo por gusto, me siento extraña, algo me falta y la melancolía llega.
En
parte por eso decidí escribir en un blog, por un lado significa compartir un
poco acerca de mi visión muy particular, nada peculiar, del mundo. Por otro
lado, me ayuda a entretenerme, a jugar con mis expresiones, a pensar que
posiblemente una persona lea esto y pueda identificarse un poco con mi visión.
También lo hago, he de aceptarlo, como una práctica de vida. Cualquier
habilidad se oxida si no le sacas provecho, no quiero perder la mía.
Regresando
a mis alumnos, una chica se “agitó” (en este caso, sinónimo de apenó) porque
comencé a corregir sus diálogos. Resulta ser que escribe sobre policías, ella
decidió que uno dijera una grosería pero no la escribió completa y después no
volvió a mencionarlas. Eso le da poca coherencia a su historia, el diálogo del
personaje debe reflejar su personalidad no la del escritor, y ese es un problema
bastante común. Entonces comencé una plática para tranquilizarla acerca de por
qué es tan difícil escribir un diálogo, de cómo a pesar de los años yo tampoco
los utilizo mucho por lo mismo y cómo escribir refleja los esquemas mentales.
Liberarse de la autocensura y tabúes es una cosa seria.
Y
recordé, en mi caso, a pesar de las apariencias – según me han dicho parezco
muy extrovertida y bastante sociable –, tengo una serie de bloqueos
interesantes con respecto a ciertos temas, lo cual me ha dificultado poder
darles un giro más “realista”, si eso es posible, a mis propios cuentos. Mis
tramas suelen ser complejas pero los personajes casi no hablan. Y existe un
tipo de trama en especial que me cuesta demasiado trabajo: El erotismo.
No
hablo de ese erotismo que en realidad es más bien una forma sutil de
pornografía ya que no es tan gráfica. No, hablo de ese erotismo en donde se
puede describir una serie de emociones extravagantes, locas, exageras que
llevan a algún tipo de placer. Hablo de esa forma de escribir en donde
entiendes por qué un simple roce de los dedos puede llevarte a mundos
inimaginados. Algo como donde puedes ponerte en la piel del personaje y eres
capaz de asimilar el mundo con sus sentidos.
Quisiera
mencionar ejemplos pero temo quedarme corta o demasiado expuesta sobre mis
gustos personales. En fin, puedo mencionar solo para ubicar a qué me refiero.
En “Aura” de Carlos Fuentes, el personaje principal conoce a una joven, se
emociona con ella, se obsesiona de una forma sutil, interesante. La forma en
que describe a la joven permite entender por qué el protagonista se encandila
con ella, por qué la necesita y la desea. El final es simplemente genial y la
novela una joya porque además está escrita en segunda persona.
Por
otro lado, podemos tener el romanticismo de Neruda o Sabines, sin embargo, hay
un poema de Oliverio Girondo llamado “Poema 12”. El poema juega con imágenes,
no narra nada, en realidad cada verso está conformado por tres acciones, por
ejemplo, “se aletargan, fallecen, se reintegran,”,
tres simples acciones que permiten crear y tal vez recrear la escena. Es un
poema bastante gráfico de una manera por demás etérea. Y como esos dos
ejemplos, hay muchos. Quiero pensar que esos escritores encontraron una forma
interesante de expresarse pero a la vez tuvieron algún problema con un tema o
bloqueo como él que yo tengo. Al fin de a cabo, los genios también son humanos.