miércoles, 5 de abril de 2017

La rutina sonámbulo...



Supongo que si alguien se toma la molestia de leer mis entradas, habrá notado que fueron disminuyendo en cantidad y contenido. Yo podría decir que es me he sumergido en tantas actividades, que me ha sido imposible alimentar frecuentemente este mi experimento literario. Mi realidad es que entré en una rutina de esas asfixiantes para una linda geminiana. 

De pronto, me levanto, me baño, me arreglo, salgo a trabajar, regreso a casa, duermo cansada. Las variantes más interesantes consisten en ver a algunos amigos; criticar de vez en cuando al jefe; disfrutar alguna película como enana.

Me transformé en una sonámbula. Otra vez mis ojos están cerrados, no soy capaz de observar lo que hay a mi alrededor. De igual forma, mis emociones se durmieron. De esta manera, hacer una entrada como esta, significa el triple de esfuerzo (obvio hay que dramatizar un poco con el afán de hacerlo más interesante); cambiar mi rutina significa perder por completo mi concentración; sentir curiosidad es más bien nostálgico.

Así como llegué, supongo, puedo encontrar el camino de salida. El primer paso es retomar actividades que me emocionaban antes. En otras palabras, ya no es elegir una película porque ir al cine se hizo costumbre. Es cantar las canciones del musical, es suspirar al perderse en los ojos del estelar, es reír a carcajadas. También ayuda hacer cosas inusuales como visitar un circo de malabaristas.

El camino de entrada fue largo, lo mismo será el de salida. Aquí lo importante es despertar del sueño, activarse y recuperar la curiosidad innata de los niños; las ganas de ser diferente o sentir con intensidad. Es apasionarse, ser ambicioso, es mantener los ojos bien abiertos para que las musas hagan su parte y me llenen de inspiración.