Al
estar alejada de una que otra dinámica decembrina familiar, me ha sido más
sencillo darme cuenta de algunas bondades y algunos vicios de dichas dinámicas.
Este año me tocó estar lejos de mi “familia nuclear” (solo por diferenciarla de
alguna manera) y celebré las fiestas con mi primo estimado ciudadano de un
lugar tranquilo, montañoso, muy apropiado para criar hijos. Tiene dos hermosas
niñas, por lo cual tuve la oportunidad de convivir con ellas, en especial
porque cada vez le es más difícil visitarnos en mi adorado México.
Honestamente
el primer pensamiento surgido de mi mente, cuando escuchaba algunas frases ya
tipo cliché de “tus amigos son como la familia a la que sí elegiste”, era esto es extremadamente cursi. La familia
es la familia, las amistades son las amistades. Sin embargo, ahora ante una
estancia mediana lejos de los míos, me ha hecho caer en ese cliché sin poder
remediarlo.
En
mi país divino no tengo por costumbre enviar mensajes como “llegué bien a casa”,
o no le pido a mis amigos que los manden, lo doy por hecho. Aquí en cambio, me han pedido ese
mensajito, así ellos descansan y si he de decir la verdad, yo también. Me
siento menos estresada de saber que existe gente que se encuentra al pendiente
de mí, y si, pensando en el peor de los escenarios, algo me pasara, ellos
notaría mi ausencia.
En
el lugar tranquilo, montañoso, muy apropiado para criar hijos, en donde vive mi
primo estimado, pude convivir con algunas parejas en su misma situación. Algunos
expatriados, otros en matrimonios internacionales. Mi primo y su esposa han
logrado crear lazos con sus amigos, y aunque no se ven tan seguido como
quisieran, son como familia. Entre ellos son amables, cooperativos, un gran
apoyo. Honestamente, como una intrusa en este microuniverso, pude ver cariño de
por medio.
Debo
decirlo… ahora lo entiendo, lo entiendo muy bien.
Mi
familia nuclear está lejos, así que la gente a la que me he hecho cercana se ha
vuelto importante, a ellos les pregunto, les pido opinión, con ellos me
desahogo y comparto mi visión del mundo. No puedo decir que sean mi “familia
elegida”, pero digamos me ha ayudado a comprender lo importante de tener a
personas así en la vida. Si, caí en el cliché cursi y debo decir que lo
agradezco.