El día de ayer me reuní con una
amiga en el centro de la ciudad. Me encanta porque tiene un estilo colonial
único, y aunque es copia de ciudades españolas, lo cierto es que los mexicanos
aderezamos ese estilo con nuestra cultura. Los españoles nos habrán heredado la
forma de las piedras, sí, pero nosotros les dimos vida, una identidad propia. Y
es propio de mi ciudad, así como de cualquier comunidad imagino, tener
personajes.
Para la palabra personaje encontré
dos definiciones. La primera dice “Persona ilustre, sobresaliente en cualquier
actividad”; la segunda definición dice “Cada uno de los seres que toman parte
en la acción de una obra literaria, teatral o cinematográfica”. Así que me quedaré
con la primera definición porque describe a la perfección aquellos personajes de
mi ciudad.
Ayer iba yo caminando por Plaza
de Armas, cuando un señor comenzó a gritar consignas en contra de los gringos, específicamente, en contra del
presidente Obama. Después pasó a explicar, a gritos todavía, cómo trabajan los
bancos y terminó por decir que la mejor estrategia en contra del sufrimiento de
los pobres es la ignorancia, es decir, ignorar que existen. Dio varias vueltas
por la plaza y después se retiró. Los meseros de los pocos lugares abiertos se
reían, decían que Don Joaquín (yo aumenté el Don por respeto a sus ideas y
valentía al gritarlas a todo pulmón) estaba desatado ese día. Mi amiga me contó
que ese señor suele estar en Plaza de Armas para después irse a Capuchinas, no
pide dinero ni se mete con nadie, sólo grita sus consignas. Después me platicó
que hay otro señor que pasea por algunas calles del centro cantando. Es un
señor que canta muy bien, no pide nada, sólo compartir su música roquera con el
resto de la población. Ellos me recordaron a un señor ya fallecido al que todos
conocíamos como “El loco de los patines”, una persona, dicen que maestro de
filosofía, que se paseaba por todo el centro en patines y gritando verdades
sobre las mentiras dichas en la historia oficial de nuestro país, también solía
gritarles a las niñas fresas que se
atravesaban en su camino, siempre aderezando con un comentario político.
Otro personaje es alguien a quien
llamamos “el ánimo”. Es un hombre que se pasea en la ciudad con diferentes
carros, al parecer es mecánico, la cuestión es chifla y grita ánimo a todos. Entonces, cuando te dejas
influenciar por su buena vibra, el señor logra sacarte una sonrisa, lo cual se
puede tomar como el logro de su meta. El ánimo ya tuvo su participación en la
política, cuando apoyó, al ser apoyado, a nuestro ahora ilustre gobernador del
Estado. Resulta ser que se encontraba en la Calzada de los Arcos gritando a
favor del ese entonces candidato a la gubernatura por parte del PRI, que en ese
momento era el partido en oposición.
Decidió apoyarlos porque los
representantes del partido en el poder, o sea el PAN, no habían querido darle
audiencia para escuchar sus peticiones, las cuales iban dirigidas al bienestar
de los queretanos. Por su “arrogancia”, el ánimo decidió promover al partido
con su singular estilo. La cuestión es que al partido en el poder no le gustó,
así que lo mandaron a arrestar aunque no había una causa clara para hacerlo.
Entonces, el candidato, en un movimiento estratégico, pagó la fianza/multa de
su propio bolsillo. Los queretanos tomaron en cuenta tan noble acción y le
pusieron una palomita más en los pros de votar a su favor. Así de importante
puede ser un personaje.
Un día estaba leyendo los
encabezados de un periódico para saber si valía la pena comprarlo. Entonces,
una pequeña nota en la primera plana llamó mi atención y compré el diario.
Resulta ser que un hombre pasó más de veinte años boleando los zapatos de los
políticos en el centro de la ciudad. Al parecer, eso le dio las conexiones
necesarias para conocer buena parte de las historias y decisiones tomadas por
esas honorables personas. Cualquier duda que se tuviera, se le podía preguntar
a este bolero. El hombre sólo se dedicaba a bolear zapatos, algo aparentemente
insignificante para algunos, sin embargo, no cualquier persona se gana su
espacio en la primera plana, aunque no sea a ocho columnas.
Para mí, un personaje no sólo es alguien
ilustre y sobresaliente. Un personaje es sinónimo de alguien
único, con características naturales que diferencian a esa persona de la normalidad, o bien, de la
mediocridad, según sea el caso. Se transforman en personajes cuando sin
esforzarse, logran resaltar. Algunas veces esos personajes son vistosos como el
loco de los patines, otras veces,
simplemente se trata de tu compañero capaz de pensar en todas las posibilidades
que el universo atrapa en la cabeza, y te hace sonreír ante sus "locuras" cada que lo recuerdas.
Mmmmm... De que hay locos , hay locos . Unos mas cuerdos que otros. Deberia de haber uno que regalara donas de chocolate .
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