domingo, 15 de mayo de 2011

Genio y figura...

Yo recuerdo cuando mi mamá nos hablaba sobre la sugerencia de enseñar a los niños a ser responsables, y no acostumbrarlos a estar detrás de ellos para que hagan su tarea. Mamá lo intentó con nosotros, y aunque somos unos excelente elementos de nuestras instituciones/empresas, la verdad hay hábitos difíciles de combatir. Y uno de ellos es el que me inquieta hoy.

En mi escuela estamos preparando un material de estudio para los alumnos. Dada la cantidad de material, es complicado hacerlo de jalón, por lo cual nuestro ímpetu para trabajar se divide en partes. En mi caso particular, muchas veces tengo la firme intención de terminar la mitad de una materia durante el fin de semana. Y así como los propósitos de año nuevo, la intención se queda sólo en eso.

Así pues, me encuentro en un domingo, trabajando un capítulo a la vez, en lugar de ocho que deberían ser. Mi sobrino de 7 años me preguntó por qué no adelanté el sábado para no trabajar el domingo. A lo que me le quedé viendo y le respondí "tienes toda la razón, debería hacerlo en sábado"

La cuestión es que para mí el sábado es sinónimo de reposo absoluto, solamente interrumpido por una salida a un café, bar o antros según los ánimos de los acompañantes y el bolsillo de la quincena. Honestamente, cuando despierto el sábado, deseo que sean más de las 12 del día y poder descansar en mi cama viendo series de anime o de actores reales. Así pues, el domingo a medio día puede ser que me anime a comenzar con mi labor ardua para mis alumnos un tanto ingratos a veces. En realidad comienzo a las 8 de la noche, y en lo que logro concentrarme, dejo a un lado mis juegos y me pongo a escribir, vengo terminando entre 11 y 12. 

¿Y cómo viene al caso con la costumbre infantil?, pues bien, desde que recuerdo siempre lo he hecho así. En vez de hacer la tarea el viernes para descansar todo el fin de semana, esperaba al domingo para hacerlo. Si en el trabajo, raro el caso pero se daba, era necesario ver pendientes el sábado, decidía trabajarlos durante el domingo. Curiosamente, lo sé bien, es una cuestión de hábitos. Pero dado que el mío viene desde hace como 20 años, es un poco complicado cambiarlo de la noche a la mañana.

Tendré que hacer del sábado el sinónimo del trabajo, y el domingo su antónimo para evitar estar escribiendo lamentaciones en la noche. Si alguien lee mi consejo, no dejen los pendientes al último, es mejor tener paz espiritual. 

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