sábado, 30 de abril de 2011

Y si de parejas se trata...

Como mencioné en alguno de mis comentarios anteriores, soy fanática (un placer un tanto culposo) de la revista glamour. Ahí exploro mi lado superficial, en donde aprender de moda significa conocer las marcas y su importancia en dicha industria. Lo que siempre me ha llamado la atención es que mes con mes, sin falta, hay un artículo sobre relaciones de pareja, amor o sexo. Más interesante aún es ver la cantidad de libros que tratan sobre esos temas. No voy a negar que yo misma he sentido curiosidad por encontrar la llave de la felicidad, por descubrir si el problema soy yo, es él, o de plano somos ambos. En cualquiera de ese tipo de revistas, se incluyen esos temas aunque han abierto su abanico. Ahora también tratan las bondades de la vida de soltero, siendo tú mismo sin ataduras sociales, si existen claro.

En mi caso, no puedo decir que conozco de una relación duradera. Mi relación "oficial y seria" más larga ha sido de seis meses, mientras que mi relación "tormentosa e informal" duró un poco más de dos años (yo insisto que fueron tres años, él dice que sólo dos), sin embargo, tal vez fue mucho menos ya que era intermitente. He salido con algunos caballeros, otros más bien pelados, he tomado buenas decisiones y me he lucido con las malas. Y digo malas porque dejé ir a hombres que realmente valían la pena - por favor, hay que leer esta última línea con una melodía barroca de fondo musical, de preferencia imaginar con instrumentos de cuerdas -

De lo que si puedo hablar es sobre la relación de mis padres. Ellos son de la vieja escuela: 39 años como pareja y 35 de casados. Llevan todo una vida juntos, a decir verdad, llevan más tiempo viviendo juntos que en su familia. Y me encantaría decir que son la definición de un matrimonio de cuento de hadas, donde después de la boda simplemente se dice y vivieron felices para siempre. Me temo que ese no ha sido el caso. Ellos me han enseñado que una relación de pareja se vive, se sufre, se supera y se respeta. No se trata de estar siempre de acuerdo, o buscar placer en cada detalle que se hacen. Son dos personas decididas a cumplir esa promesa hecha donde en las buenas y las malas se apoyan.

Ellos como matrimonio, han pasado buenos momentos aunque se han lastimado, queriendo o sin querer, en más de una ocasión. Han tenido una vida llena de viajes, fiestas familiares y de conocidos; han disfrutado de una relación cordial, después no tan cordial, y otra vez cordial con la familia completa; han gozado de una buena, una mala y una no tan mala situación económica; han tenido momentos de completa salud así como enfermedades. Cuidaron - demasiado - a sus tres hijos, los han guiado, sostenido, castigado, peleado, todo lo necesario para transformarlos en personas de bien. O lo más cercano posible a eso.  En resumen, así como hay cielos, hay infiernos.

Al final, a pesar de las peleas o malos entendidos provocados por ellos mismos o terceros, la relación de pareja es sinónimo - dijera mi mamá con sus sabias palabras - de aceptar tal cual es la otra persona sin tratar de cambiarla. En esa aceptación radica el poder formar un frente unido con una meta en común. En esa aceptación radica mirar atrás y ver, dicho en palabras cursis tipo Disney, la aventura que ha sido su matrimonio. Mis padres, en estos 35 años que llevan juntos comparten una forma de pensar, una visión del mundo, algunas manías y muchos prejuicios. Comparten tres hijos, un nieto (a pesar del deseo nada oculto de mi madre por tener más) y recuerdos.

Después de esta reflexión no me queda más que tenerles envidia. Y en verdad espero que cuando me anime a tener "algo serio y formal" con alguien, pueda aceptar al otro y ser aceptada para entonces comenzar a construir mi propio proyecto de vida. 

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